EN MALVINAS


Aquel verano de 1981 trajo un llamado impensado, desde Buenos Aires, en los campos de la familia García Enciso en cercanías de Mercedes, Corrientes. José Enrique, Licenciado en Ciencias Políticas, había decidido vivir allí - luego de contraer enlace - imaginando otro futuro para su flamante matrimonio.


De Mercedes a la Casa Rosada.
“En un viaje que realizo a Buenos Aires, recuerda, volví a encontrarme con amigos y personalidades de las ciencias políticas. Entre ellos estaba el coronel Antonio Ficheras, que también era recibido en esa especialidad. Nunca imaginé, que tiempo después, volvería a verlo nuevamente”.

Ficheras, que era subsecretario General de la Presidencia, se conecta con el padre de José Enrique y al día siguiente habla por teléfono con él. “Me dice, evoca García Enciso, que como yo estaba entre los primeros egresados con los mejores promedios y diploma de honor de mis estudios, me convocaba desde el Gobierno Nacional para algo muy importante. Como insistió, decidí ir a verlo“.

Durante la entrevista, Ficheras aborda el tema Malvinas desde el principio. “Licenciado, me dice, necesitamos gente que maneje las relaciones exteriores e internacionales, y que no sea militar. Porque tenemos ya un equipo militar acá. También me comenta que Gobierno militar, ha decidido encarar diversas alternativas al cumplirse los primeros 150 años de la toma de Malvinas. Como Ud. habla inglés y conoce, su opinión y análisis podrían ser valiosos”.

José Enrique decide quedarse, y de inmediato observa que el gobierno militar consideró, a finales de 1981, que a pesar de las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas y de los esfuerzos diplomáticos y económicos argentinos, el Reino Unido no accedería a negociar sobre la soberanía. Por entonces, la Junta Militar, había aprobado la idea del almirante Jorge Isaac Anaya de recuperar las Malvinas mediante una acción sorpresiva e incruenta para las fuerzas inglesas, y posteriormente negociar el traspaso de la soberanía. Anaya, en verdad, respondía al Almirante Emilio Massera que se encontraba en situación de retiro.

“Me toca intervenir en la Comisión de Trabajo Conjunta para realizar el planeamiento de la recuperación, y después, participar cuando el tema de Malvinas se precipita. En realidad, cuando esto sucede, no estaba en los planes el 2 de Abril. Estaba, en todo caso, el 9 de Julio. Allí, la historia hubiera sido distinta, porque se desactivaba la presencia del buque Inglés HMS Endurance que estaba apostado en Malvinas y se desactivaban los dos portaviones que tenía la Armada Real. Hacia mediados o fines de año, la historia de Malvinas hubiera sido totalmente distinta”, señala García Enciso. 


Se produce la crisis.

La historia revela que en diciembre de 1981, Davidoff zarpa con destino a Puerto Leith, llegando a la Bahía Stromness unos días después. Si bien Davidoff envió una carta comunicando a la Embajada Británica su viaje al archipiélago de Malvinas, no especificó que lo haría en un barco de las características del rompehielos ARA 'Almirante Irizar' de la Armada Argentina; ni que se dirigiría directamente a las Georgias sin antes tramitar su desembarco en Grytviken.

Este breve viaje sirvió para tomar fotografías e inventariar el material existente en las exfactorías. El 19 de Marzo de 1982, nuevamente Davidoff regresa a las Georgias, pero ahora en el buque de la Armada ARA 'Bahía Buen Suceso', que llevaba 41 personas, en su mayoría operarios, que permanecerían unos 4 meses realizando las tareas de desmantelamiento.

En este desembarco se produce el hecho que se utilizó como desencadenante del conflicto, y por el cual las autoridades británicas acusaron formalmente a los argentinos: el izado de una bandera argentina.

“Mucha gente, sostiene José Enrique García Enciso, cree que todo esto fue una jugada del Almirante Anaya, quien es el que manda a los infantes de Marina con Davidoff, sin avisar a Relaciones Exteriores y al resto de la Junta Militar. ¿Quién era Anaya?. Era hijo de un exilado boliviano que era un nacionalista muy duro, muy fervoroso. Un tipo muy callado, que casi no hablaba, y que cuando Emilio Massera era Comandante en Jefe, le encargó la posibilidad de recuperar las Malvinas por la fuerza. Anaya se había enamorado de su plan. Con esto, cuando asume Fortunato Galtieri en el gobierno, Anaya le hace jurar que ese año se va a resolver el tema Malvinas".

"Por eso comienza el proceso de planificación militar. Cuando se precipita lo de las Georgias, recibimos la noticia que los ingleses mandan un submarino nuclear. En ese momento se determina que, si refuerzan las Malvinas, nunca más se va a tener la oportunidad. Se da la orden, el domingo 28 de marzo, de embarcar elementos y tomar las islas sin derramamiento de sangre para negociar. Pero después, se comete un gran error cuando se decide no negociar”, señala el ex diplomático.

Finalmente, cuando Galtieri apareció en el balcón de la Casa Rosada, en la mañana del 2 de Abril, todo se desmoronó.

La toma de Malvinas.

La Junta Militar decide recuperar las islas Malvinas el día 1º de abril de 1982, basando la acción en las siguientes suposiciones: • Que el Reino Unido no reaccionaría con violencia. • Que EEUU se mantendría al margen. • Que se podría controlar la crisis y, por lo tanto, habrían negociaciones por la cesión de la soberanía.

El Lic. García Enciso, refiere que “continué desempeñando mis tareas en la Secretaría General y comenzamos a analizar las repercusiones, etc. Yo tenía una excelente relación con el equipo del canciller Nicanor Costa Méndez. Nos conocíamos desde varios años antes, porque fui compañero de su hijo durante mis estudios. Lamentablemente, este muchacho que era el único hijo varón, muere en un accidente, y asumo despedirlo en su sepelio. Estaba en contacto permanente con Costa Méndez y con sus otros dos asesores. Uno era muy amigo mío y el otro fue compañero. Eso permitía intercambiar mucha información".

"El general Galtieri cambia su posición porque lo de la Plaza lo enloquece. También es cierto que las encuestas decían que la gente no quería ceder un metro de la tierra; quería que se luchara. Visto hoy, la historia es distinta. Esto influyó mucho en Galtieri y fue lo que terminó siendo un error. En concreto, yo estaba trabajando allí y debí estar presente cuando arriba el 10 de abril el general Alexander Haig - enviado por el presidente Ronald Reagan como mediador - con todo su equipo. Tengo guardada las minutas de cada una de las conversaciones del presidente Galtieri con el secretario de Estado norteamericano. Todas son originales”, asegura.

En el centro de la escena.

José Enrique García Enciso se convierte así en un protagonista directo de la trama, hasta hoy casi secreta, que adquiere enorme significación con el paso del tiempo. A la luz de estos hechos, se preguntará más de uno, ¿No debería Margaret Tatcher enfrentar una acusación de crimen de guerra?

En el desarrollo de las conversaciones, señala, la discusión más notoria se plantea sobre la palabra deseo, que es agregada a la propuesta de Haig. La cual no es rechazada de plano, pero les piden que les den más tiempo. El general Haig estuvo en la Argentina, y luego se fue a Inglaterra el 11 de abril. Volvió y, después de estar en el país, de nuevo se retira; esta vez, enojado, porque decía que cambiaban las bases de las negociaciones. Y algo de razón tenía, porque el Comité Militar introducía elementos nuevos. Por ejemplo, que no solo la soberanía nacional importaba, sino que el gobernador argentino de las Islas Malvinas no se podía sacar. Y tampoco podía terminar la negociación después del 31 de diciembre de ese año. Pero Haig sabía que nos atacaban los ingleses el 1º de mayo. Los ingleses aceptaban negociar sin afectar la parte militar. Decían, salir vamos a salir; y llegar, vamos a llegar. Si en el ínterin llegamos a un acuerdo, bien. Y si no, vamos a recuperarlas por la fuerza. Los ingleses nunca ocultaron eso”.